¿Cómo estarás, mujer?

Te platico que he estado pensando mucho en ti.

He estado soñándote, de diversas formas y en distintas situaciones, con caras que no son las tuyas y que sí. Nada extraordinario sucede en los sueños, nada inusual tampoco viene a mi mente cada vez que te pienso, solo que de alguna forma siento como que quieres decirme algo, o como que también tú estás pensando en mí, o quizá hasta soñándome simultáneamente.

 

No sé si son mis circunstancias, ya que la vida se ha empeñado últimamente en darme lección tras dolorosa y pesada lección. De hecho, el curso no ha terminado. De esos que son agobiantes, como si se tratara de una prueba física y mental al mismo tiempo: imagínate que estás sumergido en un tanque de agua putrefacta pero que contiene un par de seres vivos de los cuales no tienes idea qué son, y estás tan al fondo que salir a tomar aire toma más de cuarenta y cinco segundos. Bueno, es un ejemplo muy fuera de la realidad, pero la cosa es que me encuentro en una situación -lección- muy rara, muy larga, muy abrumadora, desesperante a veces, y desgastante en exceso.

No sé si eso es lo que me haga pensar en ti, que siempre eras como la playa a la que había que llegar, o si por coincidencias del destino te encuentres en una situación igual o peor a la mía. Y por lo tanto lo cuántico me hace tenerte presente.

 

Independientemente de la etapa en la que estoy, me llega tu recuerdo, tu voz, y muy seguido. Cada vez, hago la misma pregunta: ¿cómo estarás, mujer? Deseando que estés muy bien, que tengas mucha salud. Recordando varias cosas que nos tocó vivir juntos, desde las muy negativas hasta las de llorar de alegría. Los aprendizajes mutuos, las coincidencias, las sorpresas, los puntos bajos de uno y otro, las palabras, los reencuentros, las penas, etc.

Forcé la ruptura con engaños, es seguro que ahora sabes que fingí creyendo que sería lo mejor para ambos.

Con la experiencia que solo los muchos años dan, caigo en cuenta de mi error, ya irremediable. Y entonces deseo con todo mi ser, que en efecto haya sido lo mejor para ti, y te pregunto y me pregunto: ¿cómo estarás, mujer?

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Flores

Veo flores.

No es que no las viera ni haya visto antes, sino que de repente son más llamativas.

Sobresalen ahora por encima de todo lo demás: los paisajes son los mismos, los árboles, tierra, pasto, piedras, y arbustos no han cambiado, pero las flores parecen haber tomado aún más color, más energía, más vida.

Las pequeñas, las grandes, las individuales, las de montón. Las cultivadas, las salvajes, las de entre los resquicios, hasta las que ya han sido capturadas. Todas las flores súbitamente claman mi atención.

 

Nunca te di flores.

Ni siquiera te di una carta con flores dibujadas de mi propio lápiz, o tan siquiera una tarjeta comprada y llenada con algún mensaje en el que te manifestara mi sentir por ti.

En aquellos años en que nos veíamos casi a diario nunca te escribí. Lo único que recuerdo haberte dado fue una simple notita con un número de teléfono, y si acaso alguna otra con algo chusco. Pero nada más.

Daba por hecho que te vería ahí, en el mismo lugar, con tu misma sonrisa, con esa mirada que se llenaba de alegría cuando me veía y me hacía sentir que yo valía algo, por lo menos para ti, a pesar de mis tantas pobrezas. Sonrisa y mirada que me impulsaban a no dejar de luchar por salir adelante, a tener motivos para reír, para mostrarme tal cual era, a seguir con ganas de continuar la diaria batalla. Y que me obligaba, no sé cómo, a platicar contigo.

 

Las flores me dicen algo.

Siempre te vi así, sin darme cuenta sino hasta hoy, así tal cual: como una flor entre el verdor y lo gris de todo lo demás. No recuerdo haberte escuchado decir algo negativo de o hacia alguien, o que te hayas burlado de los demás, ni siquiera te enojabas con situaciones que a los demás nos hacían estallar…

Me gustaba platicar contigo, ver el brillo de tus ojos, tus dientes chuecos, tus blusas decentes, pero al mismo tiempo misteriosas, tu cabello ondulado y obscuro, y como enredado a veces a propósito. Me gustaba, más que todo lo anterior, tu voz. Tanto el timbre como la forma en que hablabas, la forma en que me hablabas. Así tan pura, tan humana, tan sencilla, tan cariñosa, tan clara.

Pero por sobre todas las cosas, me gustaba estar cerca de ti, aun sin intercambiar palabras, estar así nada más: cerca de ti.

Y nunca te lo dije.

 

Mis errores y estupidez de juventud, aunados a las circunstancias, nos alejaron tanto en tiempo como en distancia. Cuando hubo oportunidad de no dejarte ir, no actué, creyendo que sería cuestión temporal y que pronto te vería de nuevo. Luego, la vida embistió nuestros planes y me perdí, o, mejor dicho, te perdí, por mucho tiempo.

Cuando por fin supe de ti de nuevo me dio mucho gusto, esa feliz, larga, y última conversación telefónica quedo inconclusa adrede: ahora sabía dónde estabas y ansiaba ir pronto para decirte en persona tantas cosas, para ver de nuevo tu mirada, tu pelo enredado, y tus chuecos dientes. Para escuchar tu voz, para abrazarte, besarte…

Y ahora ¿qué hago con todos estos sentimientos y emociones?

 

Ta has ido y no he dejado de llorar.

Me duele tanto.

Hasta hoy, nunca me di cuenta que te amaba, que has sido la mejor amiga que he tenido en mis más de cincuenta años, que me pesa sobremanera nunca habértelo dicho tal cual.

Que me duele que nos dejes, porque estoy seguro el sufrimiento es aún más fuerte para otros…

 

No sé si manifestándome así, por escrito y en público, sirva de algo en la cuestión de comunicación cuántica.

Tu esencia, tu energía, deben estar ya migrando a otras formas y modos.

Estoy seguro.

Las flores son tú.

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Un largo año se ha ido…

Ha pasado un año desde la última vez que publiqué algo aquí.

Hay muchas razones por las cuales he estado en silencio por tanto tiempo, y describiré mis pensamientos, emociones, ideas, creencias, sueños, y sentimientos en una publicación subsecuente.

Por ahora, por favor sabe que aún estoy por aquí. La vida sucede, y a veces con más intensidad, alevosía, y ventaja que antes.

Por favor sé paciente y lograremos conocernos mejor a partir de hoy.

 

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El Medios en Sociales

¿Nos damos cuenta acaso que lo que llamamos Medios Sociales es, precisamente porque el Medios en ello es solo eso: un boletín, una vía, una pizarra, un camino, un poster, un apuntador?

Por favor: no te quedes aquí mirando la pantalla por horas. Permítete dejar que estas maravillas electrónicas creen el contacto social que todos necesitamos como especie.

Sí, los video-clips son divertidos, las fotos bonitas, los comentarios chuscos, y todo eso…

Pero la cosa es, ¿por qué no hacer contacto con esos amigos y familia, y entonces invitarles a caminar al parque? ¿A compartir una taza de café? ¿Por lo menos a una buena charla telefónica?

¿No nos arrepentiríamos después de haber cometido el error de pasar más tiempo enfrente de la pantalla, en vez de cara a cara, y voz a voz real?

¿Recuerdas “Medios Sociales Destruyendo la Sociedad”? Cierto.

Abre la ventana del Chat, o mándales un breve mensaje, y sugiere que estás disponible. Ellos lo apreciarán. No hay mejor tiempo de calidad que aquel en que la cercanía está presente.

Por cierto, una vez con ellos, ten la inclinación y cortesía de apagar tu Smartphone. El placer será gratamente magnificado.

 

Usa los Medios, obtén lo Social.

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He dividido mi vida

He dividido mi vida, y aun no concibo el fin.

He dividido mi vida, comenzando hace tanto tiempo ya que vagamente recuerdo quién era: tal vez un joven emprendedor con muchas ganas de hacerlo, con ideas de grandeza, con afán de aventura, con ansias miles de aprender, y principalmente de crecer.

 

He dividido mi vida para proporcionar un futuro mejor a los que vienen, dejando atrás valiosas personas, buenos ambientes, lecciones transcendentales, actividades gratas, rumbos conocidos, y amores varios de toda índole.

Lo he hecho consciente, según yo, de que el trueque pudiera haber sido en realidad una apuesta. Sabiendo que en un momento equis dejaría de pertenecer allá, apenas rasgando el estatus de llegar a ser alguien acá.

He dividido mi vida y los nexos se han partido en dos. Los tan fuertes lazos de antaño parecen ya frágiles hebras que hay que estar restaurando cada vez más seguido, y cada vez con más cuidado.

He dividido. Y al dividir, las porciones se multiplican, solo que cada porción es de menor tamaño. Entonces la aparente ganancia en cantidad se auto-anula con la calidad, y me queda exactamente lo mismo, solo que más quebrado.

He dividido mi vida queriendo ser el líder de alguien, abriendo camino donde no lo había, soñando con riquezas materiales y otras aún superiores. Lo he hecho con la visión muy a futuro de mejorías financieras, intelectuales, corpóreas, y espirituales. Planeé y acepté el previsto arduo esfuerzo de años, a fin de obtener más, lograr más, ser más.

Terminé siendo menos de lo que era, logrando apenas lo necesario para el día a día, y entregando más, mucho más, de lo que tengo.

He diseñado planes encima de los previamente establecidos. He tachado, borrado, re-trazado, y recalculado las estrategias originales. Algunas piezas han tenido que retroceder, otras han avanzado y permanecido, aunque algunas han sido ya sacrificadas. En aquellos aspectos tan pretendidos he logrado avances tan imperceptibles, que da la impresión que voy corriendo en el mismo lugar.

 

He dividido mi vida sin saber a ciencia cierta lo que hubiera pasado si esto, o lo que hubiese ocurrido si aquello.

Caigo en cuenta que esto que sale como a grito abierto en palabra escrita no es una amarga queja, ni un reporte final, y mucho menos presunción alguna.

Es, simplemente, el exabrupto y fuerte deseo de manifestar algo que elegí hace años, y que apenas a hoy, así súbitamente, comienzo a entender:

 

He dividido mi vida.

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Cayendo en la Nieve

Fue una tormenta de nieve que cubrió la ciudad por tres días, habiéndonos forzado a la mayoría a permanecer encerrados la mayor parte del tiempo. Ya me andaba por actividad física, aparte de palear nieve de la entrada, por supuesto.

El día después a que cesó la tormenta, algunas banquetas habían sido limpiadas por los trabajadores del ayuntamiento, y el cielo se despejó un poco. Algo profundo me instigaba a irme a correr, a pesar que aun hacía frio y que había mucha nieve todavía en las veredas. Encima de todo, tampoco tenía zapatos para correr en montaña, o para senderos.

Así que resistí la idea varias veces, pero el empuje subconsciente fue demasiado. Me di por vencido y me amarré las agujetas, cubierto con varias capas de ropa.

Comencé a correr en aceras mayormente limpias de nieve, y en menos de lo que canta un gallo tartamudo, llegué al parque donde las veredas se encontraban cubiertas de un blanco absoluto. Había trazos de que algunas personas ya se habían aventurado a andar por ahí para caminar y disfrutar los paisajes en los caminos más accesibles, pero había otras secciones en donde el polvo blanco estaba intacto, otras en las que se había transformado en aguanieve, y otras en las que ya estaba compactado y convertido en hielo.

Sabía que iba a ser difícil avanzar en algunas secciones de mi vereda de 4 km favorita, más ya estaba ahí y no iba a hacerme para atrás, estaba decidido a terminar la corrida.

Después de algunos minutos mis piernas comenzaron a protestar: teniendo que esforzarse de más al sacar los pies de los hoyos en donde se hundían con cada paso, tensándose rápidamente donde el resbaladizo hielo me invitaba a ponerme horizontal, también teniendo que evitar ramas bajas pesadas con hielo y nieve, rodeando charcos congelados, soportando el peso extra y los desbalances cuando pedazos de nieve cayendo de los árboles golpeaban mi cabeza y hombros… en fin.

Luego de otros minutos de increíblemente bellos paisajes, y mucho respirar forzado, escuche el crujir de la nieve por parte de pasos siguiéndome, y acercándoseme. Otro corredor había tenido el mismo intenso deseo de correr ese día, solo que él había sido más inteligente: sus zapatos eran para vereda. Estaba alcanzándome rápidamente.

No habían transcurrido ni quince minutos de cuando le vi cuando de repente todo estaba de cabeza. Caí duro. Me resbalé en un flash, dándome cuenta que mis veloces reflejos al poner las manos al frente para amortiguar el golpe y cubrir mi cara de nada sirvieron porque mis manos también resbalaron. Estaba plano sobre la nieve.

-¿Estás bien? -Me preguntó conforme se acercó a mí. -¿estás lastimado?

-Estoy bien, -le contesté al levantarme y sacudirme la nieve, -solo me duele el orgullo.

Y continuamos el sonido swosh, swosh, swash, swosh, swash, swosh, swosh de nuestros pasos sobre la cosa blanca, él creando cada vez más distancia entre los dos, y desapareciendo eventualmente.

Después de algunos minutos más de corrida consolando piernas, de nuevo en soledad, y con pensamientos profundos, mi cara se cubrió de blanco ¡otra vez! Caí por segunda ocasión. Mis piernas me habían advertido que estaban fatigándose y debilitándose, y de nuevo no pude evitar la caída con mis enguantadas y resbalosas manos. Pero esta vez, nadie estaba cerca para preguntarme si estaba lastimado.

Al levantarme me di cuenta que en ambas ocasiones mi rodilla izquierda había sido la primera en golpear el suelo, bueno, la nieve. Así que, sí, el orgullo dolía otra vez, pero entonces mi rodilla también dolía mucho. Nieve sacudida, y a continuar corriendo, aunque ahora un poco más lento.

¿Por qué te platico esto? No es interesante y ni siquiera divertido. Ya sé, ya sé.

Es solo que una vez que terminé la corrida, descansé por varios minutos y tomé un baño, por fin entendí por qué nació el extraño deseo de hacerlo: solo era un recordatorio.

Ya sea una nueva escuela a la que vamos a asistir, o justo después de mudarnos, o cuando comenzamos un trabajo nuevo, una nueva empresa, o nos vamos a vivir a otra ciudad u otro país, si comenzamos una relación nueva, sea personal o de negocios, cualquier cosa en la que nos aventuramos; es tan cercana a una corrida en la nieve como lo es en la vida real.

Sabemos que no es el mejor contexto, pero comenzamos de todos modos.

Sabemos que será difícil, pero comenzamos de todos modos.

Sabemos que no tenemos las mejores o más apropiadas herramientas, pero comenzamos de todos modos.

Sabemos que no es el mejor tiempo de hacerlo, pero comenzamos de todos modos.

Entonces, una vez que empezamos y conforme vamos, dándonos cuenta que es en verdad difícil, continuamos sin importar lo demás.

Y entonces caemos, pero nos levantamos sin rendirnos.

Y entonces nos cansamos, pero continuamos sin rendirnos.

Y caemos de nuevo, pero de nuevo nos levantamos sin rendirnos.

Y entonces nos lastimamos, más no nos rendimos.

Y ¿acaso no es la vida misma como una corrida en la nieve? ¿Cuántas veces hemos caído? ¿Cuantas más caeremos y nos lastimaremos físicamente, o en espíritu?

Y aun así, sabemos que terminaremos la corrida.

Continúa de todos modos. No te rindas.

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Muéstrate

Sé que andas cerca, no sé qué o quién eres, sé que te acercas a mí, más no sé si en espacio o en tiempo, pero siento tu presencia constante y últimamente.

Como el domingo, por ejemplo, que al ir corriendo por el parque volteaba hacia atrás cada rato porque sentía que estabas siguiéndome. De pronto creía como si en lugar de ir detrás de mí, estabas en el subsuelo, y por lo mismo iba incómodo, con la cabeza baja y la respiración forzada. O ayer, cuando regresaba de la oficina al estacionamiento, que volteaba seguido hacia arriba porque hasta la presencia de los pájaros me hacía ponerme nervioso.

U hoy en la mañana, que justo antes de despertar sentí como si tu respiración estuviera a centímetros de mi oído, un aroma suave como de musgo fresco y flores, y al abrir los ojos percibí solo obscuridad y silencio, junto con el olor a mi sudor de nervios.

Si eres mi pasado, y solo quieres saber de mi status quo, veme: mira las líneas rojas de mis ojos, toca las cicatrices en mi piel, escucha mi ahora torpe y fatigada voz, aprecia mi caminar firme pero lento. Más también observa el fruto de mis estudios y la labor de años, las medallas ganadas, lee mis juiciosas líneas, y pregúntame lo que sea, que secretos no guardo ya.

Si eres la muerte, y te has acercado para cuchichearme que esta vez sí va en serio, y que el momento está pronto. Estoy listo. Lo he estado desde la primera vez que me insinuaste lo breve de este pasaje, y también las veces sucesivas en que me recordaste, de distintas formas, lo rápido que uno puede irse así, sin despedidas.

Si eres la vida, me has hecho mucha falta: pues a pesar de estar en mejor posición que la gran mayoría, ha habido periodos en los que he sentido que no te tengo, o que tengo muy poco de ti. Si es así y necesitas ponerte a mano, entrégate con todo e intereses, así estaremos más tranquilos ambos. Prometo retribuir con creces las sonrisas robadas y las restringidas, y quedarme con nada, y repartir todo lo bueno que me llegue.

Si eres mi futuro, entonces has tardado mucho en acercarte, pues mi vida a hoy ha sido mucho más larga que la del promedio de la población mundial, lo cual significa que cada vez tengo menos tiempo para conocernos bien. No titubees, y ven ya. Solo dame una señal y yo me acerco si es que supones que aún no es el tiempo justo. De cualquier forma, para mí ya llegas tarde.

La cosa es, que preciso te presentes ya. No me importa qué o quién seas, ni lo dudes, que nada te cuesta aparecerte de repente y pararte enfrente de mí, y decirme hola, ya llegué. Prometo dejar lo que esté haciendo y recibirte como se recibe a un bebé nuevo, a la onda expansiva, al Año Nuevo, al resultado del examen final, a la luz del sol, a una mala noticia, la fiesta sorpresa, el veredicto, al puñetazo en la quijada, un trago de agua, el mensaje de rechazo, un nuevo día.

Solo deja de rondarme en espacio, deja de rondarme en tiempo. Tu energía cuántica solo me provoca nerviosismo, emoción, y confusión. Hazte y hazme el favor y aparécete aquí y ahora.

Muéstrate.

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Gasta Bien tu Dinero

Ya debo estar sonando como disco rayado. Esta publicación es una breve.

A la hora de comer entra a una tienda de comida y te gastas todo lo que ganas en una hora en un solo producto. ¿Qué es?

¿Preferirías una bolsa grande de palomitas, o una galleta elaborada, o un café caro, a un sándwich, o una ensalada, o un tazón de sopa? Honestamente, ¿cuál sería tu elección?

Entonces, en términos de Medios Sociales, ¿entras y buscas los chistes, o los chismes, o las discusiones sin fin de tu tribu, en lugar de ligas hacia análisis de novelas, o noticias de nuevos reportes sobre el calentamiento global, o el unirse a un grupo de apoyo a alguna causa justa? En serio, ¿Cuánto tiempo gastas en esos sitios?

¿Sigues y marcas como favorito a alguien simplemente porque es tu amistad? ¿O como cortesía porque te siguen o te marcan como favorito también? ¿Alguien de ellos te proporciona algo de valor? ¿Lo que sea?

Al final de tu diario peregrinar en los Medios Sociales, ¿qué obtuviste a cambio de tu tiempo?

Tiempo es Dinero. Gástalo bien.

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Oasis

Esperando un tiempo relajante y tranquilo, deseando ir lejos de la rutina diaria, con esperanza de escapar de la ciudad y todos sus frustrantes sucesos…

Y nos encontramos deseando estar en la playa, o en el bosque, o visitando un país diferente, o por lo menos estar solos con alguien más, platicando amigablemente en un café…

Mira, la carga principal no es el trabajo o la rutina diaria. Nuestros cuerpos pueden soportar ese tipo de carga por el resto de nuestra vida, eso es, si solo fuera el desgaste físico, y no el mental.

A diario, se nos bombardea con miles y de todo tipo de mensajes que nada bueno hacen, excepto confundirnos y vaciar nuestra mente. Tales mensajes no son únicamente los comerciales y anuncios que vemos y escuchamos por todos los medios, sino también aquellos que nuestros propios conocidos nos entregan, a veces sin darse cuenta.

La vecina que insiste en que comprar una casa en tal y cual lugar es mejor, con una larga lista de razones, como si fuera una agente de bienes raíces con años de experiencia en el ramo. El amigo que nos dice cual marca de licor es la mejor, simplemente porque él no ha encontrad algo que le guste más, como si fuera un gran conocedor. La prima que nos invita, obliga casi, a unirnos a su congregación porque por fin ha visto la luz, cual si fuera una teóloga, capaz de comparar y seleccionar el mejor dogma que hemos de seguir. El compañero de trabajo que jura que su filiación política y el apoyarla y agregarnos a ella es la única salida del horrible estado del país…

Meros simples ejemplos del tipo de chatarra sicológica a la que nos enfrentamos a diario.

No es que escapando a una conversación en el café hará a todas esas personas desaparecer o callarse. Es solo que, en un lugar así, el nivel de ruido mental se reduce drásticamente, y solo vemos una docena de marcas distintas en los productos mismos en ese lugar, así como a nadie más instando sobre sus gustos, hallazgos, nuevas empresas, etc.

En la playa, las olas reventando opacan cualquier ruido producido por los seres humanos. El hecho que lo que vemos es agua y cielo fundiéndose en el horizonte, y prácticamente nada más, limpia nuestra mente de los millares de mensajes que nos hacen soportar.

El bosque también provee semejante relajación no solo porque nos perdemos en la foresta: viendo, tocando, oliendo, y escuchando sonidos, colores, texturas, y esencias de la naturaleza.

No es entonces que dichos oasis sean los mejores lugares per se, sino es también y principalmente que en ellos nos alejamos del cotidiano bullicio mental.

Aunque el mejor descanso intelectual se produce en tales lugares, no necesitamos irnos a esos espacios para poder limpiar nuestra mente y recargarla. A veces, podemos imitar esos ambientes incluso en casa. Quizá no al grado de realmente percibir el bosque a nuestro alrededor, pero con un poco de esfuerzo podemos estar en la zona: apagar todas las luces en la noche mientras escuchamos una serie de melodías que no contienen mensajes subliminales. Leer un bello libro en la temprana madrugada, antes que todo mundo despierte. Tomar una taza de té mientras hacemos absolutamente nada más, sino disfrutar del aroma y sabor de la bebida… a veces solo necesitamos enfocarnos en alejarnos de todo aquello, y podemos lograrlo sin necesidad de trucos o sustentáculos.

El objetivo es extinguir todo sonido y vista que lleve publicidad, desde los aparatos electrónicos, hasta los anuncios espectaculares, hasta los medios impresos. Sobre todo y primordialmente, dejar de escuchar a todas esas personas que quiere que sigamos sus consejos, recomendaciones, y guía, sobre bienes raíces, bebidas alcohólicas, doctrinas fanáticas, filiaciones partidistas, etc. etc. etc.

Ya estamos bastante creciditos como para decidir dónde queremos vivir y contra qué compararle, lo que queremos beber y a lo cual desarrollar un gusto, los credos que seguimos, si acaso, y los grupos a los que pertenecemos si es que nos dan ganas de lo mismo.

El bono: una vez que caemos en cuenta que no tenemos que seguir la guía de alguien, también aprendemos que nos hemos engañado nosotros mismos en varios frentes, y entonces reaccionamos y actuamos de acuerdo a ello.

Que el inicio de un nuevo día te encuentre suficientemente fuerte para liberar tu mente de la basura, y que permita a tu ser entero ser libre.

Totalmente e innegablemente libre.

Encuentra tu oasis.

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