Me criticas, te burlas, me ofendes, me gritas cosas que no te animarías a decirle a tu vecino frente a frente, y nunca te pones a reparar por lo menos un par de minutos, acerca de mi situación.

Si bien es cierto que soy ignorante de muchas cosas, también lo es que la gran mayoría de nosotros lo somos. Si acaso mi nivel intelectual no es mejor que el promedio nacional, nunca lo he negado, y ni siquiera pretendido que sea diferente. Si no sé leer y tampoco hablo una segunda lengua, lo admito. Si no distingo entre una ciudad y un estado, o divido continentes sin querer, lo registro también. Si mi educación y cultura son bajos, tampoco he dicho lo contrario. Reconozco todo eso y además hasta he ofrecido disculpas al respecto.

Pareces no darte cuenta que el sistema me ha arrastrado y ha hecho de mi la principal cabeza del Cerbero, el rostro a mostrar ante las otras sociedades, la punta de la flecha que indica el rumbo, la figura a retratar y poner como líder del equipo, el personaje principal de este disfuncional gobierno.

Estoy en ésta posición y te pregunto: ¿qué harías en mi lugar?

No te das cuenta que no tengo hacia dónde hacerme, no piensas ni siquiera un poquito que la esfera en la que me han metido no tiene salidas.

Ni imaginas lo difícil de mi situación. He caído en una posición que no le deseo a nadie, es un hoyo profundo, áspero, negro, apestoso, y frío; y no tengo otro remedio que seguir las instrucciones de los que me mueven los hilos: simplemente porque al igual que tú, tengo una familia muy grande a la cual amo, y a la que debo proteger tanto de aquellos que no entienden esto, como de los que me manipulan.

Lo peor que me sucede es que tratar de salir de esta prisión transparente es casi imposible. Lo he pensado infinidad de veces. No tengo un apoyo confiable del cual valerme para salir vivo o por lo menos ileso, y además, sin lastimar a muchas personas inocentes que no merecen más sufrimiento.

Reconozco perfectamente la farsa en la que se me ha dado el papel de actor principal. Sé que los de arriba me moverán a su antojo hasta que ya no les sirva, y sé también que a pesar de ésta mi breve explicación, seguirás atacándome con y por todos los medios posibles.

No me importa ya. No salí de ésta senda cuando debí haberlo hecho, y por lo tanto ahora pago muy caro mi error.

De lo único que quisiera te des cuenta es que mi situación está planeada, ensayada, y maquillada; y lo creas o no, es aún peor que la tuya.

Yo también soy víctima.