Lo percibes tanto en los poemas como en las películas y en las canciones:
Aparecérteme de sorpresa cuando ambos sabíamos estaba a más de mil quinientos kilómetros de distancia.
Invitarte a la playa, o a otro país, o a la playa de otro país.
Pintarte con acuarela una vela encendida. O con pastel una piedra preciosa.
Llevarte serenata sin fecha especial alguna.
Dedicarte el trofeo ganado en el torneo estatal.
Verte bailando con o del brazo de otro, y hacerme el fuerte.
Cortar las flores de la glorieta y ponerlas en un florero de cristal que sí compré para ti.
Pasearte en motocicleta a velocidad que operaba sin problema, o hacer piruetas en el carro como profesional, que para ti era aterrador y excitante al mismo tiempo.
Resolver de inmediato un problema que tus amigos habían pensado por días sin encontrar solución.
Esperarte por horas a la cita que nunca llegaste.
Dejarme el cabello largo, porque, aunque incomodísimo, a ti te gustaba así.
Prometerte un título, una ruta segura para salir de la pobreza, y un padre del que tus hijos estarían orgullosos.
Alejarme sin causar dificultades cuando me lo pediste, para tú hablar con aquél.
Escribirte un poema que dijiste no era posible que yo lo hubiera hecho.
Entregarte una nuez intacta, que al quebrarla descubre un lapicito.
Darte el larguísimo tiempo que me pediste para arreglar tus asuntos.
Pedirte que te quedes un rato más, para preguntarte algo, y escuchar tu No Puedo.
Escribirte cartas cuando de viaje, tan seguido cuan era posible, en cualquier papel.
Romper mi amistad con X, porque te causaba “desconfianza”, que sé era realmente celos.
Encontrarte en la calle e invitarte de inmediato a tomar un café, sin importarme el trabajo al cual me dirigía.
Contarte anécdotas chuscas, con tal de ver tu sonrisa.
Aguantar tus múltiples errores de juicio.
Dejarte una nota escrita en una hoja de árbol.
Comprar un anillo de compromiso, aunque nunca tuviera la oportunidad de presentártelo tal como debe ser…
Detalles así. En poemas, películas, y canciones.
En mi caso, de nada sirvió.