Mis lecciones del 2020

Aunque para muchos ha sido el Annus Horribilis de nuestras vidas, gracias al 2020 mis prioridades se han afianzado y otras han cambiado:

Salud en mi familia, sobre cualquier otra cosa.

Tiempo para aquellos con los que tengo lazos estrechos.

En otras palabras, ocuparme de los que me rodean e importan.

Dedicarme a gestionar que las nuevas generaciones salgan adelante, para ellos las crisis han sido más pesadas que para quienes hemos vivido muchos años.

Procurar siempre ayudar a aquellos que pueden menos que yo, o que saben menos que yo, o que tienen menos que yo. Quienes están en condiciones semejantes o mejores a las mías me verán siempre cordial y amable, pues no sé su historia, pero entendiendo que ellos pueden valerse por sí mismos: si yo puedo hacerlo, ellos también.

De lo material, apreciar su verdadera liviandad:

Tener un buen vehículo es agradable, pero al final lo único que necesito es uno que funcione, que me lleve y traiga a y de donde necesito ir y volver.

El teléfono costoso y la laptop de lujo no son para mí, pues su valor es muy distinto a su precio.

Ya no guardaré esa bebida cara para una ocasión muy especial. El estar hoy, cumple con ese requisito.

De lo frívolo y accesorio:

Los kilos de más o de menos que me indique la báscula, será solo un rango numérico, no han de preocuparme más, siempre que esté sano y me sienta bien.

Lo mismo con la vestimenta, no modas, no marcas, no imitaciones. Lo que me ponga que me haga sentir bien y protegido de los elementos es lo que uso. Una sonrisa franca siempre será la mejor carta de presentación.

Ya:

Beberé y masticaré la comida más lentamente, disfrutando de la dulzura del mango, del amargor del café, de la textura de la sandía, de la suavidad del aguacate, del aroma del pan. Sin prisas, sin fingir que el trabajo es más importante. Si encima, al tomar alimentos se añade la compañía de alguien, disfrutar aún más la presencia de esas personas. Los temas a tratar son infinitos.

El silencio y la inacción no son opciones; si veo una injusticia, haré algo al respecto.

Mis conocidos se convierten en amigos, mis amigos se vuelven familia, mis familiares son yo.

Compromiso:

Prometo que no me dará vergüenza que me vean llorar al abrazar a alguien, pues la mayoría lo entenderá, aunque sé que a más de alguno le dará envidia que yo sí sea capaz y pueda derramar mis lágrimas en público. Ojalá y esto sea más contagioso que los virus.

Ahora entiendo que nuestras vidas comenzaron ayer y terminan mañana, por lo que solo tenemos hoy para enviar ese mensaje, hacer esa llamada, visitar a ese amigo, jugar con alguien.

Lo que viene:

Sé que las lecciones no terminan todavía, así que las espero con brazos, ojos, y mente abiertos.

Que lleguen.

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Escritorcito
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