Deja de leer ya

No hay algo de substancia en éstas líneas. No hay cuento, ni moral, ni siquiera un chistecillo. Así que por favor deja de leer ya.

Bueno, sigues aquí. Creí que te habías ido, pero continúas leyendo a pesar del hecho que te pedí no lo hicieras. Muy bien: supongo que querrás hallar una gema escondida, una palabra rebuscada o alguna frase que te alegre el día, o que por lo menos proporcione algo positivo en qué pensar. Te lo digo, no hay aquí palabras floridas o frases profundas, o párrafos enriquecedores. Entonces, deja de leer ya.

 

Ah, ya sé. Es como cuando vas al cine con alguien y a pesar de que la película no es buena, el simple hecho de estar en compañía hace que te quedes hasta el final. O, estando solo, comienzas a leer un artículo en una revista  y quieres terminarlo ya sea porque:

a)      está muy bueno y te atrapa desde el principio o

b)      está pésimo pero crees que sería perder el dinero haber pagado por la revista y no leerla por completo

Como sea, me siento raramente pero de alguna forma a gusto que sigas aquí. Aunque el caso de este artículo en particular es como la opción b, nada hay valioso que leer aquí. Repito: nada hay valioso que leer aquí. Así que, ¿podrías por favor dejar de leer ya? Gracias.

 

¿Estás demente? ¿Qué estás haciendo  continuando gastando tu tiempo tratando de encontrar algo de valor, o tal vez chistoso en estas líneas? ¿Es acaso que no tienes algo mejor que hacer? ¿Sufres de insomnio y éste tipo de lecturas vanas te hacen dormir? ¿Sientes la necesidad de leer para que así yo no sienta que mi esfuerzo se desperdicia?

Créeme, estoy bien si paras ya.  De hecho, te pedí eso mismo desde el principio, ¿o no? Solo piensa en todo eso y date cuenta de una vez por todas: no hay algo de valor en este artículo.

Tengo que pedirte una vez más que te detengas aquí mismo, y vayas a hacer algo más productivo.

 

Hm. Está bien, solo porque sigues aquí, y solo porque has leído hasta este punto, te hago saber que escribí estas líneas, aunque no exactamente las mismas palabras, cuando tenía nueve años. Lo hice y se las pasé a algunos amigos. A algunos les pareció muy divertido y hasta lo transcribieron todo en sus cuadernos. Algunos otros les llevaron mi papel (era una hoja escrita por los dos lados) a sus mamás y hermanos, y en algún momento entre tanto compartir le perdí la pista. Pero la idea no se perdió, como puedes ver.

 

Ya. Ahí está. Ahora sabes que esta publicación nació a principio de los setentas. Para la idea, debe ser muy bueno estar resucitada.

Sin embargo, es hora de poner el punto final de una vez por todas. Por favor:

Deja de leer ya.

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Escritorcito
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