“Too late”. Dicen en inglés.
Independientemente de su raza, estrato social u origen, hemos observado a todo tipo de personas hacer algo que debieron haber hecho mucho tiempo atrás.
Los ejemplos abundan: como aquellas que se la pasan publicando mensajes acerca del familiar que ha muerto, como si éste pudiera leer dichas palabras.
Aquellas otras que, habiendo perdido a su pareja por dañarlos, de inmediato se unen como voluntarias a organizaciones caritativas, queriendo demostrar que no carecen de bondad, o algo así.
También, las que tratan de reestablecer lazos perdidos con familiares y amigos, jurando que han cambiado, y que el ente injusto o desagradable o deshonesto que ellos conocieron ya no existe.
O quienes abren -por fin- las puertas a aquellos que insistieron por mucho tiempo tratando de lograr algo con ellas, dándose cuenta de que dicho pretendiente ya cambió de objetivo, o simplemente se cansó de suplicar y su interés cesó.
Y aquellas que se deshacen en regalos materiales o con detalles hacia quienes nunca tuvieron uno significativo siquiera… en fin.
Total, que la reacción a sucesos inesperados, la mayoría drásticos, como la pérdida física o social de alguien, hace que dicha persona por fin se dé cuenta de quién es realmente, y el cambio que intenta no es posible ya. O lo es, pero implica mucho sacrificio.
Lo mejor que pueden hacer es aplicar las dura lecciones y, ahora sí, atender a aquellos nuevos conocidos y a los que aún logran conservar en una forma distinta, positiva, digna. Pues los que rodeamos a dicha persona ya no confiamos en que pueda cambiar. (Incluso si es cierto que lo logra.)
¿Qué más les queda?
Ahora sí, a empeñarse en entregar lo poco o mucho positivo que tengan, a dejar de engañar, de abusar, de lastimar.
A manifestar su cariño -por poco que sea- a quienes posiblemente les queda poco tiempo de vida.
A llamar a quienes ofendieron para ofrecerles una disculpa, o mejor aún, invitarlos a platicar cara a cara, y hacerlo honrosamente.
A dedicarle tiempo a su nueva pareja, si es que consiguen una, y no recaer en las actitudes y acciones que hicieron huir a la anterior.
En breve, a recapacitar. A ser una nueva persona. A redimirse.
Lo pasado ya no existe. “Sorry”.