Confesión, tercera parte

(Continuación de Confesión, segunda parte)

Ya sé que te gustaría leer todo de una vez, pero hice esto en partes porque quería que experimentaras por lo que yo pasé. Si ya estás desesperado por llegar al final, imagina lo que viví trabajando en mi proyecto por años, no semanas.

También sé que algunas cosas que menciono no tienen mucho sentido, pero tan extrañas como suenen, esa era la forma en que las experimenté en ese preciso momento.

Gracias por tu paciencia.

 

Entonces, estaba apunto de probarme. Esta vez requeriría más esfuerzo que dejar de tomar alcohol o guardar un secreto por todo un año. Esta vez sería más largo y más difícil, pero estaba listo.

Después de esa corrida abre-ojos, a la primera oportunidad que tuve de estar solo en casa saqué un paquete que había guardado por años sin realmente saber por qué lo guarde todo ese tiempo. Ahí había muchos recordatorios, físicos y escritos, de mis años mozos. A través de las notas escritas e imágenes casi olvidadas, y el olor del papel viejo; los recuerdos regresaron con toda su fuerza, y se crearon aun más recordatorios, tips y pistas.

Me tomó un par de meses completos después de la corrida el formar un plan. Comencé a juntar información, fui a lugares que me ayudarían a ganar fuerza, leí muchísimo, pensé muchísimo, rehíce los planes, escribí muchas notas y escribí y escribí; cambiando la estrategia varias veces y tachando algunas notas y descartando datos que no ayudaban, mientras hacía el proyecto algo más concreto.

Tan frustrante como es saber que algunas semanas pasaron sin progreso alguno, el hecho de que otras fueron productivas comenzó a crear una imagen de cómo sería todo. Continué; el primer año fue el más difícil. No obstante, moderadamente todo comenzó a tomar forma, logre progresos y obtuve algo de claridad, y en general tuve un mejor entendimiento de que me tomaría por lo menos un par de años para poder ver algo de resultados. Pero ahora el producto es casi tangible.

La realidad es que no podemos crear tiempo. Lo que hacemos es cambalache con esas actividades que son redundantes o tienen menor valor. Caí en cuenta que mi salud podría mermar un poco porque mi fuente principal de inmunidad era una dieta balanceada y ejercicio. Ambos sufrirían más por mi nueva empresa; intercambiaría tiempo de ejercicio físico, y al así hacerlo, mi dieta estaría alterada también. Esto significaba que podría enfermarme más seguido que en los años previos, pero decidí que el intercambio valdría la pena.

Entonces todo pasó muy rápido. De repente me encontré inmerso en ciertos sitios Web muy específicos que nada tenían que ver con mis áreas profesionales. Comencé a rechazar reuniones y eventos relacionados con mi trabajo; y estaba extrañamente posicionado en asistir a cursos, seminarios y conferencias cuyos contenidos estaban lejísimos de los que acostumbraba seguir y asistir.

Luego, tan extraño como suena, mientras veía absorto una página casi vacía en mi computadora, una página que solo contenía unas cuantas palabras que leí mucho más de una vez, me di cuenta que había encontrado lo que estaba buscando por tanto tiempo. También caí en cuenta que el periodo de gestación había terminado ahí mismo, y que el producto de todo ese tiempo nacería en cuestión de meses.

A pesar de eso, o precisamente por eso, aun necesitaba guardarlo como secreto. A veces me preguntaba si habría dejado escapar pistas o la gente a mi alrededor sabía lo que estaba sucediendo, porque hubo ocasiones en las que hacían preguntas que me ponían nervioso. O comenzaban conversaciones acerca de algo semejante a como se vería mi aventura. Me sentí presionado a veces pero no aflojé, y estuve tan calmado y tranquilo como podía sin reventar. Ni una palabra al respecto salió de mi boca.

Obvio, sabía que tarde o temprano alguien descubriría mi lance. Para comenzar, soy bien conocido en varios círculos de la ciudad y en otras. Así que sería cuestión de tiempo que quizá alguien cercano a mí me viera en un ambiente extraño o hablando con alguien a quien con conocían, o que conocían poco. Peor sería que supieran exactamente quien era esa persona.

Sabía que en el momento que alguien me expusiera tendría que proveer muchas explicaciones a irrecusablemente mi familia y amigos cercanos, y quizá a mucha gente. También sabía que conforme pasara el tiempo iba a ser más y más difícil guardar el secreto: necesitaba comenzar a contactar a individuos y compañías desconocidas para poder tener todo listo para la llegada.

Entonces, como esperaba, alguien me descubrió. Pero aun así, tuve suerte, porque dicha persona no trabaja en la ciudad en la que nos conocimos, no tiene que ver con los círculos en los que nos pertenecíamos varios años atrás, y ha estado desconectada de las demás cercanas a mí y que podrían crear una reacción en cadena y hacer mi escondido asunto conocido. Aunque espero la eventual charla entre cualquiera esas personas, yo ya estoy hablando, así que puedo decir con certeza que fui capaz de guardar un secreto por casi cuatro años.

El periodo de gestación terminó en Junio dieciséis, dos mil once. No podría olvidar la fecha por su cercanía al cumpleaños de mi hija menor. Ese fue precisamente el día en que leí y releí y me quedé viendo por minutos esa quasi-vacía página que mencione anteriormente.

A partir de ese momento, me he expuesto poco a poco de muchas formas de modo que la revelación no sea enorme para algunos, aunque sé que otros estarán sorprendidos.

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