La Fragilidad de nuestra Persona En-línea

No como con el correo electrónico, que nació como un medio de comunicación en las redes cerradas de las empresas y luego se expandió a la Internet cuando ésta fue común; los medios sociales y en específico las redes sociales nacieron después de que la Web se usara casi en todos lados.

Esto propone un acertijo interesante: ¿Son tus cuentas tuyas? ¿Las guardas y cuidas como si fueran preciosas posesiones que son parte de quien eres? ¿Leíste acaso los términos y las condiciones antes de aceptar y regístrate?

Parece que las cuentas que creamos y utilizamos en la mayoría de las redes sociales son vistas como una extensión de nosotros como individuos. Para aquellos que contamos con cuentas en Facebook, LinkedIn o Pinterest, por nombrar solo algunos; se siente raro agregar o solicitar estar ligado a alguien que no es un amigo o familiar o que no tiene alguna preferencia personal semejante a las nuestras. Específicamente, si un supervisor o compañero de trabajo o las compañías para las que trabajamos piden que comencemos a utilizar cualquiera de dichas herramientas para “incrementar la productividad, estar más a la mano, comunicar más efectivamente” o cualquier potra cosa; parece que pensamos que se trata de una invasión a nuestra privacidad. Las corporaciones han tratado ya por años hacer que los empleados usen ciertas funciones de las redes sociales en ambientes de trabajo pero en realidad a nadie parece gustarle la idea. Algunos empleados lo hacen a regañadientes por temor a ser despedidos, pero tratan de evitar tales instrumentos.

Aun en las redes sociales que se inclinan hacia los ambientes profesionales, tales  como Crossing (Xing) y Linked-In, cuando se nos pide que incluyamos a Juan Pérez y Pedro Lanas en nuestros círculos, se siente raro simplemente hacerlo y listo. De inmediato comenzamos a pensar sobre las muchas implicaciones que este simple acto conllevaría cuando sabemos -por ejemplo- que son personas con las que es imposible trabajar, o que alguna de ellas pronto será ascendida y podría convertirse en nuestro supervisor; o si es que tenemos planes de cambiar de trabajo pronto, o incluso en el futuro lejano. Algo parece no estar bien.

Hace una década, un gran porcentaje de la población conectada contestaría en una encuesta que lo primero que hacían en la mañana era checar correo electrónico. Ahora, Facebook, Twitter y redes semejantes es lo primero que vemos, principalmente cuando nuestros teléfonos están ya encendidos y  un timbrecillo anuncia un nuevo tweet, mensaje, publicación o invitación. El Correo-E era más privado, podíamos escoger los destinatarios, y ellos renviarían el mensaje a los que ellos decidieran, si acaso. Con Medios Sociales, la mayoría de todo es público.

Entonces, ¿cómo deberíamos tratar esas cuentas? ¿Comprendemos lo frágil que es esa relación a dichas herramientas, y máxime sabemos que las mismas no son nuestra posesión? ¿Qué pasaría si las compañías detrás de ellas súbitamente deciden hacer lo que quieran con toda esa información, o cancelan el acceso de todos?

Estamos algo vulnerables aquí ¿o no? ¿Cómo lograrías llegar hasta estas líneas sin haber sido re-direccionado en los medios sociales que estabas usando?

¿Qué piensas acerca de la propiedad de los datos que has publicado?

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Escritorcito
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