Entumecida, perdida, en trance, controlada: así encontré a una de mis amigas hace unos días. Fue sorpresivo verle declarar derrota ante la vida, opuestamente a la forma en que pudo haberla tenido.
Fue una escena extraña porque ella parecía ser el tipo de persona que acepta cualquier y todo reto con una sonrisa. Sin embargo, ésta vez simplemente decidió seguir el rumbo que alguien más había trazado para ella y muchos otros, y felizmente admitió que esa era la forma que quería continuar su vida.
“¿Cual vida?” Pensé, pero nada dije. Ya he visto esa clase, muchas veces. He tratado de sacarles de ese hoyo jalando tan fuerte como puedo, y usando tantas herramientas como la viabilidad presenta, sin resultados. Lo intenté con casi cada una de las almas perdidas que encontré cuando estaba joven y lleno de energía, empero nunca pude lograr una diferencia. Si sí, nunca lo noté.
Una vez que se sumergen ahí, se niegan a querer salir. Dicen que es su destino, que esa es la forma en que debe ser, que está escrito en piedra y que solo quieren ser un ente pasivo y dejarse llevar por la corriente. Una oveja más en la muchedumbre donde los lobos lideran.
Me sentí impotente y me quedé ahí quieto, mirando al piso. Deseé poder haberle interrumpido y decir algo para que abriera los ojos y la mente, pero el lugar estaba lleno de gente; y la mayoría de seguro se solidarizaba con sus razones y motivos. Sentí explotar pero contuve todo lo que quería salir. Por alguna extraña razón preferí conservarla como amiga, porque he perdido muchas por expresar mis pensamientos francos.
Esas son las formas de la enajenación, los dominios del fanatismo, las victorias de las doctrinas sobre las mentes débiles.
Entonces no intentará. Cualquiera que sea lo que la vida le presente ella aceptará como destino. No luchará, no atentará, y no competirá más. Si lo que le suceda ella lo ve como positivo, es su destino. Si es negativo, es su destino. Una forma simplista de ver las cosas, un modo simple de dejarse arrastrar por la corriente. Aceptación, conformismo, derrota.
De alguna forma me sentí también auto derrotado, incapaz de pelear de nuevo, incapaz de tratar de salvarle a fin de no perder su amistad. Creo que con estos menesteres todos perdemos de todas formas, así que no tuve intención de pelear una batalla cuesta arriba más.
Estoy seguro que estaríamos ganando, o por lo menos aun luchando –incluso cuesta arriba- si ella no se hubiese auto derrotado.
Nota: me refiero a mi amistad como alguien del sexo femenino para realce y por esquema social, pero podría tratarse de cualquiera.
Me gusta este relato, refleja en mucho el sentimiento que podemos llegar a sentir alguna vez y que está en nosotros dependiendo de nuestro deseo dejarse caer y no hacer nada ab solutamente o caer, levantarse y seguir hacia adelante.