Lo fácil y lo difícil

Últimamente he estado viendo publicaciones de todo tipo por supuesto, mas llaman mucho mi atención aquellas en donde miembros de una misma comunidad, grupo, o colectividad, se agreden unos a otros.

Los temas y las razones son varias, pero lo que es común es la pujanza con la que dichos ataques son propinados. En algunas ocasiones, las quejas son el punto común, pero la mayoría son críticas de unos hacia otros, e incluso falsedades, que lo único que persiguen es “ganar” la discusión a toda costa.

Y les pregunto ¿cuál es el premio?

¿Qué es lo que realmente ganamos con criticar, quejarnos, condenar, amenazar, y hasta predecir lo que va a pasar?

 

En unas ocasiones la discusión se centra en -por ejemplo- si la independencia del país realmente debe ser celebrada o no. Aquellos en pro son obviamente felices con el estatus quo de las cosas, y por consiguiente afirman que las costumbres del entorno deben ser seguidas, aparte de la opinión de aquellos clamando faltas de parte de gobiernos, autoridades, líderes, y hasta seguidores y miembros de dichas poblaciones.

 

En otras, salen a flote cuestiones culturales “modernas,” que si los homosexuales de cualquier género tienen derechos maritales o no. Que si los líderes religiosos tienen deber de opinar al respecto o no al no pertenecer al conjunto en cuestión. Que si la familia tradicional debe desaparecer y dar paso a la realidad del mundo. Que si la población en general debe cambiar y aceptar nuevas normas sociales por el simple hecho de que otras más avanzadas ya lo hicieron… en fin.

 

Incluso justo en esas cuestiones religiosas, algunos de los agnósticos y aquellos que no veneran deidades se enfrascan en discusiones con personas que nunca han salido del mismo entorno, impuesto por la sociedad en general y muy probablemente por la familia inmediata. Las palabras y frases utilizadas por ambas facciones son de lo más bajo, decepcionante, y triste; cuando se les ve desde un punto neutral. No es posible que aquellas personas que claman y dicen ser seguidores de X líder religioso estén atacando con tanta fiereza y maldad a aquellos que no profesan sus creencias. Tampoco lo es que aquellos que salieron del socavón para descubrir cosas distintas traten de imponer ideas en gente que no tiene dichas experiencias.

 

¿Acaso no sería mejor participar activamente en los debates y votaciones, por ejemplo?

¿Atacar el origen de raíz y buscar la forma de educar mejor, o por lo menos realmente educar a la gente? O tal vez,

¿Dejar que el tiempo, junto con mejores métodos educativos, y exploraciones más allá de sus ambientes provoque cambios de ideas y convicciones profundamente personales?

 

Lo fácil es, definitivamente, hablar: reprochar, corregir, amenazar, lamentarse, falsificar. Todos estos verbos estando inexcusablemente relacionados con el lenguaje verbal.

Lo difícil es actuar: demostrar, explicar, verificar, enseñar, trabajar. Todos estos requieren un verdadero esfuerzo, tanto físico como mental.

 

Así están las cosas. Esperamos que todo mejore, pero seguimos evitando a toda costa lo difícil, como si alguien más -no nosotros- debe y tiene la obligación de provocar dichos cambios, mientras nosotros seguimos hablando, hablando, y hablando…

 

Heme aquí.

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Acerca de Amanuense Propio

Escritorcito
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