Hace una semana me encontré extremadamente cansado después de una corrida de 19 km. Llegue a casa, me serví un vaso de jugo V8, y me dejé caer en la sección de piso más fría que pude encontrar.

Una muy buena pieza de música que me gusta mucho tocaba en la radio. Me sequé el sudor de la cara y la frente, di unos cuantos sorbos, y cerré los ojos para apreciar la melodía un poco mejor.

Cuando era un adolescente era muy pobre (en términos del capitalismo). Una vez, me soñé escuchando la música que más me agradaba, sentado en un piso de madera, en nada menos que el lugar donde vivía, en una de las mejores ciudades del mundo: Nueva York, Barcelona, París, la que quieras.

Con un vuelco en el corazón, abrí los ojos ante la sorpresa de súbitamente haber recordado algo que consideré un sueño hace ya tantos años y, de repente, estar inmerso en el sueño.

No puedo explicar como se dan éstas cosas. Solo que he sido muy afortunado en estar en el lugar indicado en el momento adecuado. Es seguramente los modos de la suerte: nada extraordinario he hecho para estar viviendo aquí y ahora, solo ha sido una agradable coincidencia que casi todo a mi alrededor ha marchado bien con mi interacción. Estoy vivo, soy sano, estoy bien, aun soy pobre (en términos del capitalismo), pero tengo muchas más bendiciones que la mayoría de la gente del mundo.

Entonces, es suerte pura. Pero es también una suerte compartida. Yo, y la mayoría de la gente que conozco, estamos tan bendecidos con tantas cosas que las damos por hechas. Mira a tu alrededor: el solo hecho que estés leyendo éstas líneas significa muchas cosas; tienes cierta educación, tienes los medios de adquirir herramientas que facilitan la vida, y lo más importante, estás bien.

¿Alguna vez soñaste que estarías en el lugar y momento en el que estás? ¿Es el sueño muy distante de la realidad? ¿Te das cuenta que el presente es mejor que el sueño?

En mi caso, sí. Suertudote.