Hace dos días recibí un mensaje de correo-E de mí mismo. No hay nada extraño en ello, excepto que cuando lo recibí pospuse su lectura creyendo que se trataba de alguno de los sistemas con los que trabajo y que automáticamente mandan notas acerca de su status, o algún recordatorio acerca de algo que necesitaba hacer. Entonces, me enfoqué a los otros mensajes primero.
Después de algunas horas comencé a notar que dicho mensaje seguía siempre al tope de mi Inbox. El resto de los que entraban se situaban debajo todo el tiempo. Cuando finalmente le abrí caí en cuenta que la fecha de envío correspondía a más de veinte años adelante.
El mensaje era bastante largo, leí entre líneas rápidamente varias páginas que parecían estar no solo ordenadas cuidadosamente y por temas, sino también precisa y hermosamente escritas.
Estaba anonadado y curioso y comencé a deliberar cómo es que alguien pudo haber pirateado mi dirección de correo electrónico para enviarme semejante revista en un simple mensaje. Regresé al inicio y comencé a leerlo. Para mi sorpresa, el remitente conocía muchos aspectos muy personales de mi vida; empecé a molestarme y a enojarme ante el arrojo de quienquiera que fuera esa persona al describir tales detalles, los cuales caí en cuenta únicamente yo podría haberlos sabido.
Entonces, después de algunos párrafos cortos explicando algunas cosas que nunca hice, pero que las pensé, supe que en efecto el mensaje había sido enviado por mí mismo, desde el futuro.
Ya sé que es increíble.
Me tomó muchas horas de duro pensar el decidir si hacerte saber esto mismo o no. No publicaré el mensaje completo aquí: hay demasiada información personal y privada en el mismo, pero compartiré unos cuantos párrafos editados (fueron escritos en tres lenguajes, cada párrafo o frase hecha en el que sonaba mejor de los tres, sí los leí en voz alta, varias veces).
***
Me agrada que decidieras por fin comenzar a escribir ese primer libro. Sí, fue difícil trabajar menos horas y por consiguiente ganar menos dinero. Fue aún más duro robarles tiempo a tus hijos, y trocar tu tiempo de correr por el de estudiar el arte: asistir a eventos relacionados con la escritura y poner la pluma sobre el papel y los dedos sobre el teclado. Ahora sé que fue mucho más difícil de lo que parecía al principio.
Empero, gracias a esa decisión he tenido los mejores años de mi vida y puedo morir feliz.
No, no la hiciste tan alto como los grandes autores, ni vendiste miles tampoco (has completado 7 ya, ¡síguele!), ni siquiera lograste un tercer lugar en los concursos a los que entraste; pero hiciste lo que siempre quisiste hacer, y eso me ha dado satisfacción y gozo. Mi familia y amigos, otras personas que claman ser tus fans, y muchas otras que han disfrutado tus cuentos me lo han dicho así. He incluso recibido cartas de agradecimiento provenientes de lugares tan lejanos que ni siquiera sabía existían. Algunas me han hecho llorar de alegría, la mejor forma de reconocimiento que pudiera jamás recibir.
…
Y el tiempo en familia que sacrificaste en esos años ha sido pagado con intereses. Mis (tus) hijos ya son adultos, por fin entienden ahora lo difícil que fue para ti hacer lo que hiciste, pero más importante; están felices que lo hayas hecho.
Ellos ven a un anciano que ya no puede ni moverse ya pero quien está siempre de buen humor, cae bien, es tranquilo, amable y optimista, a pesar de mi edad. Los vecinos me llaman “el viejito sonriente”.
No, no te hiciste rico y te conformaste con la casa en la que comenzaste todo, pero de nuevo, no necesitaste nada más.
Así, en breve solo estoy reportando que tomaste la mejor decisión de tu vida cuando por fin decidiste hacer lo que siempre quisiste hacer. Todo lo demás es un subproducto o imposición social, esto es, factores externos. Tienes que enfocarte en los internos a fin de vivir feliz.
Yo soy feliz (tu eres feliz).
Invita a todos los que ames a hacer lo que realmente quieren hacer. Como te (me) das (doy) cuenta ahora, nunca es tarde para comenzar.
Sigue haciendo lo que haces, la recompensa está implícita.
***