¡Qué barbaridad! Checo la última nota y caigo en cuenta que ha pasado más de un mes sin que me siente a escribir como es debido. ¿Cómo es posible?
Tal parece que la alineación de planetas, la economía mundial, o la tardía primavera -o cualquier otra excusa- ha de estar inmiscuyéndose donde no se le llama. A veces parece que la vida definitivamente tiene planes muy distintos a los que una prepara, cree o sueña. Que si las elecciones, que si el trabajo, que si las vacaciones, que si el relajo, que si las tentaciones, que si… ¡al carajo! No hay ya pretextos o a qué o quiénes apuntar con el dedo y decir es la culpa de esto, esa o aquello.
Lo que sí sé es que el más preciado recurso no renovable se me escapa de las manos más rápidamente que cualquier otro elemento, tácito o no.
No creo ni pretendo argumenta que es tiempo perdido el dedicado a la familia, el trabajo, el estudio o simplemente al asueto; pues supongo que de alguna forma cada cosa tiene su lugar en el tren de la vida; lo que sí sucede es que me parece que no hay un orden que uno pueda predecir o alterar de forma significante como para holgarse y hacer las cosas que una quiere hacer en el momento o rato que una pretende y planea. Siempre ha de ser después de X, Y y Z; y a veces, hasta W.
Me gustaría escribir una larga nota al respecto, pero desafortunadamente solo tengo un minuto más para esto. Así que ¡hasta la próxima!