Ya lo sé.
La cosa es que llegué a la ciudad justo el 24; con bastante cansancio y sueño debido a que tuve que dejar todo en el trabajo listo y pendiente por dos semanas, y viajé de noche sin poder dormir; ya lo sabes: aeropuertos y aviones no son lo más indicado para roncar y babear.
Entonces, ese mismo día dediqué escasas horas a pagar las muchas ya debidas a Morfeo. Medio-arreglar todo para estar listo para la noche y lo que venía: ya mi familia había planeado que pasáramos la Navidad y los siguientes dos días en una casa de campo; por lo que invitamos a la familia extendida y amigos a visitarnos ahí mismo. Con la consabida celebración, desveladas y demás; fue hasta el Lunes que regané conciencia de las fechas y actividades. Sin embargo, ya había planeado también de alguna forma trabajar en esos días, así como finalizar algunos asuntos personales si podía: gobierno, bancos, instituciones no gubernamentales, etc. Puesto que también me encimaron algo de trabajo local, los días pasaron volando entre tanta actividad, y súbitamente llegó el 31 de Diciembre; durante el cual aún seguía yo haciendo trámites de identidad y bancarios. Terminé a eso de las 11 o 12, ya ni recuerdo; solo me llega a la memoria que tenía mucha hambre y el hecho de que todos ahí ya comenzaban a planear la despedida de medio día para posteriormente a ésta, cerrar.
A ésta y para ésta fecha no planeé algo, dejé que la familia putativa decidiera la estrategia a recibir el Nuevo Año, y me enfoqué a conseguir lo faltante: alcohol, sal, grasa, azúcar y otras mezclas digeribles propias de dicha festividad.
Así pues, los dos días posteriores a éste fueron más de descanso que de cualquier otra cosa. El cuerpo en general requería reposo, la garganta rogaba por tiempos largos para reparar las cuerdas vocales, el sistema digestivo pedía a gritos que ya no le introdujeran e hicieran pasar tanta cosa rara y de tan finas calidades; y la mente necesitaba ya volver a percibir imágenes de la caja idiota, o revistas de esas con artículos sin sentido, o de periódicos deportivos; cualquier cosa sin substancia a fin de no tener que forzar la memoria ligando nombres a caras y distancias a calles, o tener que pensar rápido en las sucesivas ráfagas de ocurrencias familiares.
Luego, hasta el tercer día del año caí en cuenta que ya me iba: práctica y escasamente doce horas era lo restante para poder saludar si acaso a alguien más y principalmente para despedirme de los vistos la semana anterior. Tuve la fortuna de poder hacer unas cuantas llamadas rápidas y poder ver, muy breve y forzadamente a una hermana y un hermano que no había tenido oportunidad de saludar antes de que mi reloj indicara el medio día. Que fue justo la hora en que te recordé, a ti y a todos aquellos que ni siquiera llamé o mandé mensaje indicando que estaba ahí y que quería verte. Las horas restantes del día se fueron en preparar maletas ¿acaso no acababa de vaciarlas? comer, transitar, y despedirme al teléfono de la mayoría, y en persona de los pocos restantes.
Así pues, se me fue el tiempo de esos últimos días del año volando: aunque cerca de ti en espacio, muy lejos de ti en tiempo. Vi a muchas personas queridas, aunque no te haya visto a ti, y sí: me pesa no haberte llamado por lo menos, pero así se presentaron las cosas ésta vez.
Sé que tu reclamo es genuino, y sé que no es mal intencionado: mi explicación se vuelve excusa ante tu subconsciente, mas tu expresión me indica que cuasi-comprendes mis avatares.
Te agradezco.
Trataré de que nos veamos la próxima vez.