Aflicciones del Calentamiento Global

Comenzando a olvidar el ver en las noticias sobre el Tifón Hayan, los tornados del oeste medio de E.U., la por fin terminada temporada de huracanes del 2013, y hasta yendo atrás en la memoria sobre imágenes del Huracán Katrina y todo eso, sentimos una especie de naciente culpa que no sabemos hacia dónde dirigir.

Tan pronto como estos eventos suceden, comenzamos a donar nuestro esfuerzo, tiempo, y dinero. A veces hasta nos sentimos ‘bien’ donando fondos. Empezamos a aplicar el parche de la contribución a un problema que no solo hemos creado, sino que hacemos crecer día tras día.

Hacemos eso, y sentimos como si el problema desapareció. El sufrimiento de esas personas se ha ido. Entonces, puesto que las noticias comienzan a ser sobre otros asuntos, hacemos como que olvidamos que la gente aún vive en forma miserable.

¿Recuerdas el terremoto del 2010 en Haití? ¿Adivina qué? Las ciudades siguen destruidas, y la gente sigue batallando para poder vivir.

Y así es también con las inundaciones en China, la devastación de Centroamérica de hace 6 años, y con otras varias catástrofes naturales, las que ya ni siquiera registramos en nuestra corta memoria.

¿Cómo es posible, por ejemplo, que sigamos usando automóviles y los gobiernos incrementen el presupuesto para caminos, a petición nuestra, en lugar de mejorar y usar transporte público? Hasta preferimos manejar cinco cortas cuadras ¡en lugar de caminar!

¿Es acaso que nuestra mente es ya tan débil, debido al bombardeo de, por ejemplo, los anuncios de codiciosos fabricantes de carros? Mira, las más de las veces presentan sus unidades transitando largos caminos, como si la necesidad real de un auto fuese el quemar neumáticos e hidrocarburos fósiles, acelerando los motores al máximo.

Y caemos en ello. Tendemos a preferir motores más grandes, necesitémosles o no.

Estos comerciales de carros puede que sea un ejemplo pueril, pero la mayoría de nuestras actividades diarias contribuyen al calentamiento global que conocemos ahora. Los científicos siguen advirtiéndonos sobre el punto de no retorno, y nuestros brillantes gobernantes continúan ignorando las luces rojas.

¿Y nosotros? También sabemos lo que estamos haciendo, también podríamos demandar medidas de nuestro gobierno, podríamos empezar a hacer, o dejar de hacer algo. Y por lo tanto, por nuestra inacción, somos culpables tal cual acusados.

¿Qué es lo que necesita suceder para que por fin reaccionemos?

Yo manejo menos y camino más. Tomo transporte público cada vez que puedo. No por el insufrible remordimiento, sino tratando de hacer diferencia, y salvar mi planeta.

¿Y tú? ¿Estás también inmerso en aflicciones del calentamiento global?

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Escritorcito
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