Sr. Enrique Peña Nieto,

Me es muy complicado dirigirme a usted en términos armoniosos y respetuosos. Sin embargo, aun así quisiera expresarle mi sentir, pensar y creer en estos tiempos de aguas tan revueltas.

Con mucha incredulidad, con tristeza, impotencia, frustración y hasta con miedo, recibo las noticias que se presentan una y otra vez previo al, durante y después del primero de Julio.

Me da también una vergüenza enorme el enterarme de cómo otros países, no solo los de primer mundo, sino incluso aquellos que  supuestamente van “atrás” de México, perciben la democracia a la mexicana. Es una emoción indescriptible que hace que uno quiera arrancarse los rasgos del país, el pasado, el nacionalismo y todo aquello que nos hace ser compatriotas. No tiene usted idea de lo que se siente.

Éste último comentario es en el que quisiera abundar: no entiendo cómo es que usted no tenga idea de lo que estoy creyendo, sintiendo, queriendo y haciendo con tal de componer la situación.

Se me ocurre solamente esta teoría: o definitivamente los poderes de más arriba le han hecho y día tras día continúan haciendo un lavado de cerebro para que no se dé cuenta cabal del contexto, o es usted un ignorante con un I.Q. inferior al promedio que no capta la realidad a la fecha.

De esto hay varias bifurcaciones, pero me concentraré en solamente dos por cada punto:

Si los verdaderos dueños del sedicente poder han creado mediante su persona la infraestructura necesaria para continuar perpetrando y ocultando sus crímenes, y usted está libre de culpa, pues sería bueno que salga de esos círculos; platique con la gente de todos los rincones que pueda en el país y más allá, y abra ya los ojos.

Por supuesto, si está usted inmiscuido forzadamente en y por los mismos círculos de corrupción, criminalidad e ilegalidad de aquellos que le manipulan, le garantizo que hay salidas viables, legales y humanas que le permitirán ser exonerado de todo aquello que usted directamente no cometió. Aun y a pesar e independientemente de tanta mentira previa. Se trata simplemente de confesar y de aceptar. Esto último no solo permitirá que algunos paguen sus culpas, sino que permitirá que México avance en democracia, prosperidad y paz social.

Ahora, si por haber estado encerrado en una burbuja maquinada y por lo tanto apartado del pueblo, en verdad ignora usted lo precario de la situación; o si acaso la conoce someramente pero sus compromisos personales con aquellos entes no le permiten salir de ese hoyo fácilmente, o su inteligencia no es lo suficientemente hábil o veloz para implementar un plan B, pues siempre existen los demás: aquellos que en verdad tienen la intención, la pasión y la forma de ayudar a los otros. Solo es cuestión de aceptar que requiere ayuda y, de nuevo, le garantizo hay salidas viables, legales y humanas.

Por supuesto, si no ignora y tiene la suficiente inteligencia para percibir el estatus quo de todo esto, y tiene usted -coloquialmente hablando- cola que le pisen; pues aun así, le garantizo, una reacción a tiempo le evitará muchas penas al pueblo, y a usted muchos dolores de cabeza y el caer y arrastrar a los suyos a una espiral cada vez más profunda, de la que nunca podrá salir.

Un traidor a lo vil será siempre bien visto, apreciado y acogido por el resto, mientras que un defensor de lo innoble se encontrará siempre en derroteros obscuros, apestosos y fríos.

Los jóvenes del país han comenzado una revolución pacífica, una revolución que aunque a veces quisiera que fuera más expedita para ya cortar de tajo el cáncer que nos agobia, afortunadamente no ha pasado a las armas. ¡Imagínese nada más!, México siendo el primer país del mundo en tener dos revoluciones, una posición nada envidiable y de la que solo surgiría todavía más sufrimiento para el pueblo y por muchos años. Ojalá y no brote un líder natural que se le ocurra que el conflicto armado es la única solución. De ser así, muchos de nosotros tendríamos pérdidas patrimoniales y aun peor, familiares. Su propia vida y la de sus allegados  serían vistas como trofeos… no quiero ni pensar en todo eso.

Me da algo de pena que haya sido la juventud mexicana quien haya reaccionado a lo que sus padres y generaciones anteriores no quisieron o pudieron prevenir, pero me ufana también que hayan sido los jóvenes (y no un opositor como los manipuladores del PRI le hacen creer a usted) quienes han atizado las llamas del ya basta. El enorme potencial de logros en todas las áreas del desarrollo del país se ha manifestado: es un orgullo verles actuar en aras de la democracia, la legalidad y la paz social.

Dicho todo esto, le aseguro: mi paciencia tiene un límite que está a punto de ser rebasado.

A usted, señor, le he visto sus ademanes y gestos en la pantalla y le he escuchado hablar, y créame: deja mucho que desear. Así que, si en verdad, si no es solo mera palabrería y retórica que usted quiere que México gane, pues le invito a hacer acto de contrición y arreglar de una vez por todas al país que alguna vez fue líder en muchas áreas del haber humano, y que hoy está casi en ruinas y a punto de ser demolido.

Yo ya desperté y estoy levantándome. Para que al iniciar la nueva jornada juntos en realidad ganemos más, ganemos todos, estoy esperando con ansia que usted despierte también.

No ejecute al mensajero, éste es solo eso: quien escribe las palabras que le dicto. Yo soy quien le manifiesta las mismas: soy yo quien aceptó una bolsita del PRI con despensa y votó por ese partido, soy también quien obtuvo una tarjeta de plástico para obtener alimentos pero no votó por el PRI; soy quien sin recibir algo a cambio sí votó por el PRI, soy quien votó por el partido en el poder, quien lo hizo también por la izquierda, y también quien se abstuvo.

Espero (y deseo) que muestre su cariño por todos y pasión por la nación lo más pronto posible. Es preciso, es urgente y es necesario.

Atentamente,

México