Mujer, no es lo mismo. El sexo cualquiera puede entregarlo, el amor no.
El sexo es implemente eso. Te arreglas y pones atavíos y ropa seductora para hacerte ver mejor, más codiciada, deseada, atractiva. Pero es la indumentaria la que te adorna. En cuanto ésta desaparece y la sesión ha terminado, es necesario volver a ponerse algo semejante para que el deseo nazca de nuevo.
Sí, el amor lleva al sexo, pero éste es una consecuencia de amarse.
El sexo también lleva a algo de amor, pero es pasajero: cuando no hay sexo, no hay química.
Con amor puedes pasar mucho tiempo con esa persona especial, sin necesidad de sexo.
Con puro sexo, el tiempo de inactividad se vuelve insoportable. Requieres de volver a estar en contacto carnal una y otra vez. Es egoísmo en ambos, exclusivamente.
Quien te ama ni siquiera te pide actividad sexual, esta se da en forma natural, y se convierte en un verdadero acto de hacer el amor. Nada de brincos furiosos ni altas frecuencias o intentos de posición equis o ye.
Sí, juegas también cuando haces el amor, e intentas una y otra cosa, pero es definitivamente el sentimiento quien te mueve a agradar a la otra persona, a entregarte por completo, en todos sentidos.
En el sexo, lo único que entregas es el cuerpo.
Te ama quien perdona tus cientos de errores, quien calla cuando regresas tarde sabiendo que estás fallándole, quien no te contesta las ofensas delante de otras personas, quien humillado procura aguantar la tristeza y el coraje que crean tus acciones, quien soporta las heridas creadas por tus mentiras, quien intenta y repara la relación cuando todo parece perdido, quien una y otra vez te acepta a pesar de tus múltiples faltas, accidentales o conscientes.
Quien te provee de sexo puede ser reemplazado en cualquier momento.
Quien te ama está presente en tu mente y corazón. Y tú, en los de él.
Es posible que olvides a tus amantes en poco tiempo.
Mas quien te amó, y te ama, se va contigo a la tumba.